Una buena profesional

Desde mi puesto de trabajo siempre tengo la oportunidad de observar el bestiario que año tras año representa gran parte de la sociedad, con el punto extra de descubrirlos fuera de su entorno, con bañador y con toalla. Hoy, 7 de septiembre, jueves tarde, apareció mi ex-novio con una chica de metro cincuenta con grandes tetas. Toda una mujer, discreta ella, vestida con su braguita brasileña verde fluorescente y su sujetador ceñido. Prenda de la cual luego se desprendió, liberando dos grandes moles de la 110 por lo menos, que no serán ni suyas, con lo delgada que está. Siempre he pensado que, a Juan, le gustaban las chicas atléticas y delgadas como yo, o como la guarra esa con la que me puso los cuernos. Desde la silla de mi torre, me percaté de su presencia, mientras él, con su energía habitual, colocaba en 15 minutos la sombrilla. Vaya pamplina, estoy segura que la genética es la única culpable de sus músculos. Bueno, debo concentrarme en mi trabajo, soy una profesional, además no voy a saludarlo con mi uniforme, como una perdedora, después de como terminamos.
Hay cuatro gatos en la playa, nadie en el agua, aunque se termina el verano, la temperatura del agua está inusualmente alta. Juan deja a su llavero con tetas buscando un melanoma, mientras su Chihuahua, más inteligente que su dueña, busca refugio a la sombra. Mi ex nunca ha sido un experto nadador, creció veraneando en no se que pueblo del interior de Málaga y su estilo nadando era como el de un zombie desfilando en pasarela de moda, lo justo para no ahogarse en un mar llano, como el de esta playa. Se comienza a mojar como una abuela la nuca y la barriga, da pasos lentos y un saltito al llegar a Manolito, que a estas alturas del agua se encontrará replegado con un pequeño champiñón.
– jajaja- Me río sola como las locas. Cojo los prismáticos y me llama la atención que a 20 metros de él, unos niños juegan en la orilla con un palo y una bolsa, no mejor dicho, una medusa de 20 centímetro de diámetro, por lo menos.
-¡joder! ¿Quien hay en el agua?-
Solo está Juan que se ha adentrado bastante. Un momento, se ha quedado flotando sin moverse. Se lo tiene merecido, me jodió la vida en la facultad. He tardado dos años en olvidarlo. Pero es mi responsabilidad. Salto los escalones, agarro el huso y lo miro de pie aun indecisa. Me caerá una multa o me llevaran a la cárcel si fallece, además yo soy una buena persona y una gran profesional. Corrí por la orilla tipo Usain Bolt, Me lance al mar, los bañista se alarmaron, Juan seguía inmóvil, flotando bocarriba, lo llamaba de lejos mientras batía el récord de 100 metros a crol, no temía ni a las medusas… Y cuando casi llego a tocarlo, se reincorpora, se gira me mira y me dice – Ana, que sorpresa- me di cuenta de sus tapones en los oídos y de su sonrisa estúpida y no pude evitar darle un tortazo. Mañana dejo el trabajo de socorrista y me marcho a Inglaterra, está decidido.